Karlik (Enanos)
Origen
Si en las tierras fértiles y frondosos bosques moraban criaturas como las dríades, en las montañas y cordilleras también había todo tipo de seres y animales. Los más fascinantes, sin duda, eran los gigantes de piedra. Como si de enormes pastores y artesanos se tratara, vagaban entre enormes montañas, cordilleras y acantilados, modelando la roca, vigilando sus tierras.
Nadie sabe cuándo surgieron pero el tiempo no pesaba sobre ellos, tenían dividido el territorio en montañas que cada uno cuidaba con esmero, en invierno las “vestían” de blanco y en verano disfrutaban de tomar el sol junto a ellas en las cálidas tardes. Sin embargo, había una montaña, un lugar que despertaba recelo entre ellos. Por alguna razón, la conocían como Unuk-Taul “La Montaña Negra”, su aspecto no tenía nada extraño pero había algo en ella que hacía que los propios gigantes la evitaran.
Un día, Mordag, uno de los gigantes más veteranos y venerado, decidió poner fin a ese miedo. En una de las asambleas con sus hermanos, declaró que iría a la Montaña Negra, enfrentaría ese temor y les demostraría que ella también merecía la atención y el cuidado de todos. Jamás imaginó lo que eso desencadenaría.
Pasó el tiempo, toda una estación y Mordag no regresaba. Algunos comenzaron a creer que se había perdido irremediablemente, el concepto de la muerte no tenía sentido para los gigantes de piedra, cuyas vidas eran igual de largas que la propia memoria. Sin embargo, su hermano regresó y no era el mismo. Sus ojos se habían vuelto negros como la obsidiana y aunque trataron de hablar con él, el resultado fue desolador. Había enloquecido a tal punto que incluso llegó a enfrentarse a todos sus hermanos.
Los gigantes de piedra no pudieron hacer nada por él, no tenían los conocimientos para ayudarle y tras ver lo ocurrido con Mordag, ninguno se atrevería siquiera a plantear una expedición a la Montaña Negra. No les quedó más remedio que enfrentarse a él y acabar con su vida entre todos. Cuentan las viejas historias que pocos dolores son tan profundos y amargos como el que sintieron los gigantes de piedra al ver morir a su hermano. Incapaces de abandonar su cuerpo, cada uno de ellos tomó la decisión de purificar y portar un fragmento de aquel que un día llamaron Mordag, su hermano más valiente y leal. Andaron durante días entonando cánticos que resonaban en las crestas y cumbres de toda Kräigad, regresando cada uno a la montaña que custodiaban.
Tanto fue el pesar y el agotamiento de esos gigantes al purificar y despedirse de su hermano, que cayeron en un profundo letargo y finalmente sus cuerpos se fusionaron con esas montañas que tanto habían cuidado en su larga vida. Tiempo después, de aquel dolor nació en las entrañas de esas mismas montañas, una nueva vida, una nueva existencia, los Karlik.
Apariencia
Son un pueblo tremendamente duro y trabajador. Físicamente son de estatura baja aunque no todos son tan “pequeños”. De aspecto bonachón pero también rudo y hasta gruñón, lo que les falta en estatura lo tienen en orgullo y carácter. Poseen largas barbas que suelen decorar y cuidar con esmero debido a la importancia cultural que tienen para ellos, es un distintivo de su gente y estatus.
Las barbas normalmente son del mismo color que su cabello y aparte de decorarlas, no es raro verles trenzar también sus melenas y lucir joyería. Los colores habituales entre los Karlik van desde el azul, el verde, los rojos… Usan tanto cuero como armaduras de placa, siendo éstas últimas sus favoritas dado el excelente trabajo de sus herreros y la calidad de los minerales y metales que llegan a obtener en el interior de las montañas.
Regiones de Kräigad
De manera parecida a lo que ocurre con los Medianos, los enanos no tienen reinos que dividan sus tierras. Todos deben su lealtad a un único Rey que además mora en la antigua montaña que custodiaba Mordag y en la que quedó la única parte de él que sus hermanos no se llevaron, su “corazón”.
Cabo Enano (Capital)
Lo que sí podemos distinguir a nivel territorial son las diferentes montañas donde viven los cinco Clanes principales de Karlik.
- Râsai.
- Maznú.
- Barfur.
- Barin.
- Kharûm.
Son un pueblo minero con una gran tradición. Sin duda alguna, los mejores herreros de todo el norte. Mantienen una sociedad jerárquica con un rey y una sola capital de la que dependen los cinco grandes clanes enanos. Su vida gira en torno a la minería y la forja, adoran excavar la tierra y aprovechar lo que ésta les brinda. Han construido y tallado sus propias ciudades en el amparo que les ofrece el interior de esas montañas que tanto habían cuidado sus “padres”, los gigantes de piedra.
Con un gusto exquisito para las gemas y minerales, los orfebres enanos también son ampliamente conocidos por lo que con el tiempo, el comercio también se ha instaurado en Kräigad, llevándoles productos de fuera a cambio de las maravillas que los Karlik extraen de la tierra gracias a sus enormes conocimientos sobre minería.
Son totalmente leales al Emperador, la alianza tygardianos-karlik es más antigua que él y a pesar de la llegada del Águila de Plata, no dudaron en jurarle lealtad y mantener la alianza que su linaje había forjado con ellos mucho tiempo atrás. Algunos de los guerreros más fieros y defensores del Imperio son Karlik.
Aunque sus cultivos son limitados, sí que practican la caza y no es extraño ver enanos explorando fuera de sus montañas en algunas épocas del año. Adoran la bebida fermentada y los asados, sus festines son famosos en toda Tayrmund y la hospitalidad es casi obligatoria para los amigos en Kräigad. Si consigues ganarte la confianza de un Karlik, jamás perderás a un verdadero amigo.