
Los Dioses Creadores:
En el inicio de los tiempos, nuestro mundo era algo muy desconocido e incierto. Las energías fluían por el universo en el más absoluto caos, sin un orden, sin un propósito claro, hasta que Keös y Zyön, conocidos como Los Dioses Creadores o Los Primigenios, decidieron aprovechar todo ese potencial, darle un orden o un propósito. Ambos crearon el mundo, lo que hoy conocemos como Tayrmund.
Dieron forma a sus creaciones con mucho mimo, adaptándolas a sus propios gustos y talentos. Crearon las aguas, los bosques, el fuego… Todo aquello que daría forma al mundo pero no sólo la tierra sino también sus “guardianes” en el firmamento. Keös creó las estrellas y su hermano Zyön las cuatro lunas que darían una luz sin igual a las noches de Tayrmund. Sin embargo, ese proceso creativo también dio lugar a cierta competitividad entre ambos y se aventuraron a dar “vida” a sus creaciones, a poblar ese mundo.

Cedieron el cuidado de la tierra, el aire y el mar a diferentes criaturas que poblaron el mundo bajo la atenta mirada de esos dos dioses. Crearon a los daonna, primeros hombres y mujeres de Tayrmund, dando el don de la existencia tanto a seres inteligentes como a criaturas que darían vida a los mares, extensas tierras y fuertes vientos… Los textos cuentan que en el camino de la creación, dioses menores llegaron a tomar forma, morando a su voluntad y que llegaron incluso a crear a los temidos dragones, criaturas sabias y poderosas que a día de hoy sólo son protagonistas de cuentos y leyendas, pues nadie ha visto a un dragón surcar los cielos u horadar la tierra desde hace milenios.
Pero hablemos un poco en los Dioses Creadores

Këos

El Arquitecto: Keös. El hermano “mayor”, creador de la tierra, los seres que la moran, los hombres, guardián del orden y la justicia. Padre de los Emperadores pero también aquel más cercano a lo terrenal, a lo analítico y racional.
La leyenda cuenta que, lejos de su propia racionalidad, se enamoró perdidamente de dos mujeres, una princesa daonna del norte y otra kal’assel, del sur. Su amor por lo terrenal lo llevaría a usar su poder para unir a ambas en un solo ser, dándole a Keös dos hijos que bautizaría como Aeneas y Dionne. La madre, que no soportaría alumbrar de aquella manera a la progenie del primigenio, moriría en el acto.

Zyön
El Lunático: Zyön. El hermano “menor”, torrente de creatividad y emociones, creador del mar y los seres que lo moran, de la mujer y el libre albedrío, inspiración para los artistas, guardián del arte y la belleza, de lo efímero.
Por su parte, lo actos de su hermano lo llevarían a enfrentarse a él por haber ‘mancillado’ la creación que juraron proteger. Keös desaparecería y Zyön, sabiendo que las criaturas no debían culpa alguna, se propuso criarlos y educarlos el tiempo necesario. Hasta que llegara el momento de hacerles emperadores. Pues por su sangre corría el poder de los primigenios.

Ambos son las dos caras de una misma moneda, de una realidad. Lo racional y lo emocional, enfrentados a veces pero también perfectamente complementarios. Actualmente es muy difícil que alguno de los dos se muestre o tenga contacto con los moradores de Tayrmund. Cuentan las malas lenguas que quizá, incluso ellos hayan abandonado el mundo a su suerte.